Nuevamente el mundo deportivo está de luto. Y nuevamente, la muerte eligió como escenario al fútbol, para llevarse a Antonio Puerta, un joven deportista de 22 años, justo cuando pasaba por su mejor momento futbolístico y personal. Una malformación cardíaca congénita, no detectada, e incompatible con la actividad física, fue lo que desencadenó el trágico final.
Es una pena todo lo sucedido, pero ya ha habido otros casos de futbolistas que pierden la vida en el campo de juego; quizás el más emblemático, y el más impactante, ha sido el del camerunés Marc Vivien Foé, quién se desvaneció en pleno partido, para morir pocos minutos después.
A veces, como deportista, uno da por hecho que va a tener una salud fuerte, sólida, por el hecho de entrenar en tu deporte de manera constante. Ni siquiera te pones a pensar que tal vez tu cuerpo no está preparado para actividades tan exigentes, sólo tratas de dar el 100% en la disciplina que amas.
La muerte de Antonio Puerta, aparte de lo lamentable del suceso, es un aviso de alerta para todos quienes realizamos un deporte de manera sistemática, y con mayor razón aún, para el deportista aficionado, el de "la pichanga del fin de semana", de que HAY QUE HACERSE UN CHEQUEO MÉDICO, OBLIGATORIAMENTE, CADA CIERTO TIEMPO, para descartar cualquier tipo de anomalía en nuestro organismo.
Desgraciadamente, no le damos a nuestro cuerpo la importancia que merece, creemos que podemos llevarlo al límite una y otra vez, y que nunca nos pasará nada. Y nadie está a salvo. Yo mismo, hace bastantes años que no me hago un chequeo médico como corresponde, sólo por flojera. Creo que la última vez que me examinaron fue en la universidad, cuando me tomaron un test de umbral anaeróbico, y al parecer todo estaba bien, pero de eso hasta ahora ha pasado mucho tiempo y quién sabe si tengo algo serio y ni me he dado cuenta. El problema es que éste tipo de afecciones sólo avisa una vez. Y cuando avisa, ya es demasiado tarde.