Confieso que, durante muchos años, guardé en el fondo de mi corazón, la esperanza de retomar nuestra historia, aquella que tú decidiste cortar. Que tal los vez los recuerdos, la nostalgia, y todas esas estupideces que uno piensa, harían que quisieras volver, y entonces las cosas serían distintas; ya ambos más maduros, no volveríamos a repetir los errores del pasado. Que a partir de ese momento, ambos seríamos capaces de perdonarnos, y volver a creer en un futuro... juntos.
Sin embargo, hoy la realidad es totalmente distinta. Decidiste seguir un camino por el cual yo no puedo acompañarte; un camino con el cual no estoy de acuerdo, que se contrapone totalmente con mi visión de la vida, de la integridad como ser humano. Pusiste al dinero por sobre tus valores, tus aspiraciones, tus convicciones. Elegiste vender tu esencia al mejor postor, convirtiéndote en alguien que es capaz de hacer cualquier cosa por dinero. Rompiste la confianza de tus seres más queridos... por el amor al dinero fácil.
Resulta triste, decepcionante, doloroso, por decir lo menos, ver el tipo de persona en quien te has convertido.
Por eso, y a partir de ahora, te dejo total y completamente atrás. No guardaré nada de ti, por que ya me basta con saber quién eres en realidad.
Hoy, el círculo se cierra, para no volver a abrirse.
Mañana el sol saldrá, como todos los días... pero ésta vez, tendré la certeza, como nunca antes en mi vida, de que hice lo correcto.