
El año que ya se va estuvo plagado por muchos matices. En lo personal, una tranquilidad que hace tiempo no experimentaba. Apreciar las cosas simples que la vida te puede ofrecer. Apreciar, por ejemplo, el estar vivo y sano, poder disfrutar placeres tan sencillos como una caminata por un parque, o un café a media tarde. En lo deportivo, un giro radical en la modalidad de competencia, y una seguidilla de buenos resultados. El premio al esfuerzo invertido en extenuantes jornadas de entrenamiento. La satisfacción por el deber cumplido. En lo profesional, el hacer las cosas bien, pese a que el entorno no sea el mejor. Y con certeza de ello, poder decir "no" cuando tu labor no va a ser valorada. Pero, por sobre todo, éste año se caracterizó por el DEJAR IR. Dejar ir los malos recuerdos, alejar de ti a las personas dañinas, dejar los malos amores, los malos trabajos, dejar el pasado. Cerrar ciclos. Limpiar el alma, para renovarse.