Es increíble lo que te puedes encontrar en un evento tan triste como un funeral. Si bien la pena es el sentimiento reinante en la atmósfera, el no tener ningún lazo directo con el fallecido me dio la libertad de observación a destajo.
1. Lo inútil de los hombres: creo que esto es algo que nunca voy a olvidar, porque fue demasiado. Mientras todos esperábamos lo inevitable, me di cuenta que los "hombres de la familia" no servían para nada. En todos los días que estuve ahí, nunca los ví participar en las tareas cotidianas, llámese barrer, limpiar, lavar loza que ellos mismos ocupaban, mucho menos cocinar o hacer una cama. Al principio creí que era de flojos o machistas (eran casi todos viejos "a la antigua"), pero después me dí cuenta de que ¡¡¡no sabían hacer una cama, lavar una taza, mucho menos cocinarse ellos mismos!!! Pobres sus mujeres, que además de cargar con la tristeza de lo que estaba sucediendo, debían atender a sus maridos. Pero ellas parecían estar acostumbradas a eso. Al menos eso parecía.
Otra cosa es la incapacidad para tomar decisiones. Todos los hombres opinaban sobre lo que se debía y no se debía hacer, que los trámites de la sepultura, que el médico, que esto y lo otro. Pero a la hora de actuar, todos rompían en llanto o arrancaban. Y quién creen uds. que debía tomar las riendas del asunto? Pues, las mujeres presentes... y quien les habla.
2. Los pelambres: sin querer, me puse al tanto de la vida de todos los presentes. Primero los lazos entre ellos (primos, hermanos, hijos, etc.), y luego, de la vida de cada uno: que éste se metió con ésta y tuvieron un hijo, pero el niño no sabe que no es de su papá, pero a medida que crece se parece más al "patas negras"; que la señora con la que llegó el tío no es su esposa, sino su amante, y que no puede salir de la casa porque su esposa vive en la cuadra siguiente, pero ella sabe y lo acepta; que ésta se separó de su marido porque se enamoró de su primo, el cual es casado; que la esposa del fallecido era casada y se arrancó de su casa y de su marido para vivir con este nuevo hombre, con el cual se casó nuevamente pero que a nadie le dijo de su pasado, porque aún estaba casada legalmente, o sea era bígama... ufffff, a veces me sentía en el set de SQP.
3. La mala onda: siempre hay alguien que, en todo lugar, se encarga de amargarte la existencia. En esta ocasión fue la esposa del fallecido, que si bien se entendía el dolor por la situación, repartió palos "a diestra y siniestra", insultó, humilló, faltó el respeto en más de una ocasión a los presentes, a mí me prometió las penas del infierno por no estar de acuerdo con sus dichos... y eso que dice ser testigo de Jehová. Si bien todos tratamos de hacer oídos sordos, al final la molestia era generalizada.
4. Los buena onda: también existen personas, que por afinidad o qué se yo, se acercan a tí. En este caso fue el nieto menor del fallecido y su novia, los cuales constantemente se acercaban a compartir conmigo, me preguntaban cosas, como que me buscaban cuando llegaban. Igual fue grato sentir una compañía agradable pese a todo lo que estaba sucediendo. Quedamos de amigos y con una salida pendiente.
1 comentario:
La pena de esa gente que molesta, interrumpe, pela o no aporta es que empañan un momento de desdepida, donde se debe estar cargado de enregías para cerrar una etapa...
En fin, hay de todo y para todos...mejor quedate con las pesonas que fueron buena onda, y con el gesto de acompañar a esa persona.
SLDS!!!
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